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INTRODUCCIÓN

La observación directa es algo que se aprende con el paso del tiempo. Un objeto observado y descrito por un observador experto, y a la vez por un observador novel puede llegar a parecer que el primero de ellos ve detalles que el novato no alcanza a ver, esto nos puede chocar en principio, puesto que lo común es pensar que el sentido de la vista es igual para todos, siempre que se tenga una agudeza visual buena.  Y es más, en algunos casos si estos dos observadores describiesen lo que ven en un objeto, puede que sus descripciones parezcan incluso distintas. Esto es debido a la forma  de observar, al conocimiento que se tenga sobre lo que se está observando y a la experiencia acumulada después de muchas horas de observación.

El observador experto será capaz de ver detalles que son invisibles al primer golpe de vista por el novato, podrá distinguir pequeños cambios tonales, comparar con formas de animales o cosas, establecer estructuras visuales.... Todo esto puede desesperar al principiante ya que le puede parecer que no es cierto lo que describe. Sin embargo existen trucos que se  van aprendiendo con el paso del tiempo, y que nos ayudarán a descubrir elementos muy sutiles, ya sean de forma, color o estructura, que nos permitirá comparar lo que veamos con otros objetos parecidos con objetividad y confianza.

La clave de todo esto reside en la experiencia personal y compartida, si salimos a observar por primera vez con aficionados experimentados, podemos aprovechar y sacar nuestras propias conclusiones ya que existen algunos trucos que ellos nos pueden enseñar. Como por ejemplo mirar de reojo y no directamente la parte que queremos observar (visión indirecta), esto es debido a que es más sensible a la luz la zona que está alrededor que el propio centro de nuestra pupila. Colocar el objeto en el centro del campo de visión evitará deformaciones provocadas por el ocular, o incluso provocar pequeños movimientos en el telescopio dando unos golpecitos para detectar detalles u objetos muy tenues, ya que son más fáciles de detectar en movimiento, y muchos consejos más que se aprenderán con el paso del tiempo y el intercambio de experiencias con otros astrónomos aficionados.

Además de los trucos que vayamos aprendiendo es indispensable que conozcamos bien nuestro telescopio, el tipo de ocular que nos determinará los aumentos y sobre todo la calidad del cielo. Para todo esto existe bibliografía adecuada y revistas que nos facilitarán detalles para la observación según las características ópticas de nuestro telescopio,  aunque casi siempre nos servirán más los consejos de los compañeros más veteranos.