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"Nuestras contemplaciones más tibias del Cosmos nos conmueven: un escalofrío recorre nuestro espinazo, la voz se nos quiebra, hay una sensación débil, como la de un recuerdo lejano, o la de caer desde lo alto. Sabemos que nos estamos acercando al mayor de los misterios."

En la orilla del océano cósmico, Cosmos, Carl Sagan 1982

El Triángulo de Verano

Uno de los mayores espectáculos del verano nos lo ofrece nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. En verano, en cielos muy oscuros lejos de la contaminación lumínica, la contemplaremos en todo su esplendor, igual a como la vieron nuestros antepasados. En verano la inmensa nube estelar que se extiende desde la cola de Escorpio hasta Casiopea, esto es, casi todo el cielo longitudinalmente, no tiene comparación con nada que hayamos visto anteriormente, y lo que es más, no necesitaremos ningún instrumento de observación. A simple vista veremos que la Vía Láctea está cuajada de grumos más o menos luminosos que cruzan el cielo de Sur a Norte, intermitentemente interrumpidos en su parte central por oscuros espacios que no hacen sino intensificar más ( por contraste) el brillo acumulado de tantos millones de estrellas, cúmulos y nebulosas. Todo un espectáculo sólo para los que busquen y encuentren lugares oscuros. De vez en cuando estrellas fugaces cruzarán el cielo haciendo recorrer con la vista las constelaciones veraniegas. Esto es magia en estado puro, que provocará en nosotros el deseo de escudriñar con nuestro telescopio todos los misterios y rincones que nos ofrece la Vía Láctea. Dentro de todo este inmenso campo de observación hay espacios especialmente ricos en objetos, y este es el caso de “El Triángulo de Verano”. Solo un 5% de los europeos podemos apreciar la Vía Láctea, el otro 95 %, que vive en ciudades, o pueblos llenos de luces, frecuentemente innecesarias, nunca la pueden ver. Muchos, no siquiera saben que existe.

Triángulo

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Observación y Morfología

Se localiza a simple vista dentro de tres estrellas muy brillantes que forman los vértices un triángulo casi equilátero; Vega situada en la constelación de Lira con una magnitud visual de +0,03, Deneb, en el Cisne con +1,25, y Altair en el Águila con +0,77. Podremos ver a simple vista además de estas estrellas otras rarezas como el cúmulo abierto de “La percha “, en la constelación de la Raposa, cúmulos abiertos a lo largo del cuello del Cisne, una sugerente mancha en el lugar de la Nebulosa de Norteamérica, y si miramos detenidamente captaremos a simple vista la naturaleza doble de Epsilon Lirae justo en límite de nuestra capacidad visual. Todo un reto para nuestras retinas.

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